El ‘Angel de Madrid’ jugó con la ‘7’, Casillas le entregó la cinta de capitán, y el Santiago Bernabéu lo elevó a la categoría de mito. Equipo español venció 5-0 al Al-Sadd de Qatar
Tres años después de abandonar el Real Madrid, Raúl González Blanco recibió hoy el homenaje que le faltó entonces, y fue a lo grande: llevó por última vez el brazalete de capitán blanco, 80 mil hinchas se rindieron a sus pies y ni siquiera faltó el rey de España, Juan Carlos I, reconocido aficionado madridista.
Fue una noche glamorosa para Raúl, que se llevó una ovación de unánime de una hinchada que no siempre le aclamó en su totalidad. Pero la distancia ayuda a valorar con perspectiva los logros y los de Raúl fueron máximos en la historia del Real Madrid.
Casi lo de menos fue el partido, si es que se puede llamar así. El Al-Sadd qatarí dejó hacer y el Real Madrid tampoco se empleó a fondo, aunque suficiente para ganar 5-0. Antes del encuentro se proyectaron por los videomarcadores imágenes de algunos de los momentos más legendarios del ‘7’, goles que dieron Copas de Europa y más trofeos.
Luego salieron los equipos, todavía sin Raúl. Él salió a lo último para recibir la primera gran ovación de la noche. Después posó en el campo junto a los trofeos conseguidos: tres Copas de Europa, dos Intercontinentales y seis Ligas españolas, entre otros. Atrás deja 741 partidos con el Real Madrid y 323 goles. Nadie llega a esas cifras en la historia del club.
QUE PASE EL REY
Y como a Florentino Pérez, el presidente blanco, le gusta hacer las cosas a lo grande, pidió al rey de España, Juan Carlos I, que acudiera al Santiago Bernabéu a honrar a Raúl. El monarca atendió la llamada y le entregó al jugador una réplica de La Cibeles, la fuente en la que los hinchas blancos celebran los éxitos de su equipo.
Entonces los hinchas estallaron con un solo grito: “¡Raúl selección!”. Iker Casillas le entregó entonces el brazalete de capitán y Cristiano Ronaldo fue durante 45 minutos ‘CR11’ porque le cedió el número 7 de la camiseta blanca, el dorsal que siempre llevó, para jugar la primera parte con el Real Madrid.
Raúl también acaparó toda la atención en el terreno de juego. Los futbolistas blancos lo buscaron constantemente y el gran clímax de la fiesta llegó a los 22 minutos. Angel Di María le sirvió un balón, el ‘7’ lo bajó y fusiló a la red. Fue un gol de los de toda la vida de Raúl. Y otra vez: “¡Raúl selección!”.
Y como Raúl entiende como nadie los símbolos, nada más terminar la primera parte devolvió el brazalete de capitán a Casillas y le entregó la camiseta con el ‘7’ a Cristiano Ronaldo. El Bernabéu, salvo el sector ultra, se vino abajo.
SEGUNDO TIEMPO CON AL-SADD
Luego se despacharon otros asuntos secundarios. Por ejemplo, el de Iker Casillas, que tiene al madridismo enredado con su suplencia. Junto a múltiples ovaciones, muy mayoritarias, el arquero también escuchó silbidos, sobre todo procedentes de los ultras, quienes no olvidan a José Mourinho. La atípica escena provocó una llamativa respuesta de Raúl, quien se dirigió a los ultras desde el centro del campo y, él sí, comenzó a aplaudir al arquero.
Tampoco fue sensible el técnico blanco, Carlo Ancelotti, quien al final de la primera parte puso a calentar a Diego López, rival de Casillas por la titularidad. Más división de opiniones. Y todo en una noche que debía ser exclusiva de Raúl.
Con todo, el mayor damnificado que dejó la cita fue Kaká, a quien el Bernabéu no quiere. En una noche de fiesta, el brasileño recibió abucheos casi unánimes cada vez que tocó el balón.
La segunda parte trajo innumerables cambios y Raúl recuperó la camiseta del Al-Sadd, el equipo en el que presumiblemente acabará su carrera profesional.
Futbolísticamente, lo mejor de esta segunda parte fue Isco, quien marcó un precioso gol de cabeza. Este muchacho ya ha conquistado al Bernabéu con su calidad. Completaron la goleada Benzema de penal y el joven Jesé con dos bonitos goles.
Pero la fiesta —salvo el debate abierto de Casillas— fue para Raúl, quien recibió al fin el homenaje que el Real Madrid le debía. Todo el estadio aguantó en sus sillas hasta el final para rendir su postrera ovación a un jugador que ya es mito del madridismo.
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