Alianza Lima regresó de Huancayo con un punto, pero sin técnico. El entrenador Wilmar Valencia presentó su renuncia tras el partido de ayer. Hoy por la mañana se reunieron y acordaron el cese de sus funciones
CINCO HECHOS QUE TERMINARON EN LA RENUNCIA DE VALENCIA
GRUPO DIVIDIDO
Hay dos bandos marcados: los extranjeros y los de experiencia que reconocen en Henry Quinteros y en Walter Ibáñez a los líderes oficiales del plantel. Este grupo estuvo respaldado por Valencia en la mayoría de discusiones. El técnico se la jugaba por ellos. En cambio, los más jóvenes: Bazán, Vidales, Beltrán, Aparicio, entre otros, tienen como capitán moral a Paulo Albarracín.
CRISIS CONTRA CRISTAL
Un día antes de jugar en el Alberto Gallardo, Wilmar anunció el equipo titular en el vestuario y dejó fuera a Beltrán y Albarracín. El ‘Che’ pateó un tomatodo y Wilmar pensó que había sido un intento de agresión. Fue de inmediato a contárselo a Susana Cuba y renunció en el acto. Los jugadores le dijeron a la administradora que a lo largo del año Valencia los había maltratado y el asistente Jorge Cordero había tenido en muchas ocasiones frases ofensivas contra los futbolistas. Todo explotó y quedó expuesta la mala relación existente.
DERROTA CONSUMADA
Valencia pensó que le ganaría a Cristal y así recibiría el respaldo dirigencial por quedar cerca de alcanzar al Garcilaso. Pero la pelea del día anterior hizo que el equipo juegue con total desorden, tanto que Ibáñez terminó jugando de delantero; un desgobierno estratégico innegable.
SIN DIRIGENTES
Hoy en Alianza solo acompañan al equipo Antonio Choy y Mario Manzur por voluntad propia. Ya no existe el comité consultivo —renunciaron todos— y los mencionados señores cumplen de mediadores entre el plantel, técnico y administradora. Pero nunca se complementaron.
PARTIDO EN FRÍO
Para el partido en Huancayo, Valencia siguió en su postura de no contar con Albarracín y Beltrán. Se la jugó por otros elementos que reclamaban oportunidad y salió un partido regular que tuvo como detalle la granizada que le daba un marco épico. Pero Susana Cuba ya había recogido más versiones en las últimas horas y entendió que ya todo era insalvable. Todos estaban de acuerdo en que era momento de decir basta. Hasta el propio Wilmar.
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