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2 de diciembre de 2012

VERGONZOSO SORTEO PROTAGONIZADO POR LA FIFA EN BRASIL

Todo parecía ir bien hasta que empezó a ir mal, muy mal. Jerome Valcke, el secretario general de la FIFA, había puesto el pie a la perfección para devolverle el balón al legendario Cafú y el sorteo de la Copa Confederaciones comenzaba. La pesadilla, también.

La supuesta existencia de bolas ‘frías’ y ‘calientes’ que permitirían a la FIFA manipular sorteos es una leyenda urbana que resurge cada vez que llegan los meses previos a las grandes citas del fútbol, pero lo que se vio hoy en el Centro de Convenciones Anhembi de Sao Paulo fueron bolas ‘resbaladizas’, un desconcertante ida y vuelta con la selección de Uruguay como protagonista.

El sorteo fue un caos. A metros de Valcke estaba sentada en primera fila la presidenta brasileña, Dilma Roussef, y a su lado el jefe de la FIFA, Joseph Blatter, que en sus años de secretario general disfrutaba como un niño a la hora de dirigir los sorteos. Tanto, que en diciembre de 1993 en Las Vegas se presentó vistiendo un traje completamente blanco.

¿Qué sucedió hoy en Sao Paulo?
El problema estuvo en la bolilla que llevaba el nombre de Uruguay, correctamente sacada del cuenco transparente correspondiente por la modelo Adriana Lima. A continuación, el chef Alex Atala era el responsable de, eligiendo una bolilla al azar en el cuenco B, determinar la posición de los uruguayos en el grupo.

Pero el famoso cocinero se equivocó, introdujo su mano en el cuenco A y tomó la bolilla A3. Valcke no notó el error y ubicó de todos modos a Uruguay en el Grupo B, tal como estaba previsto, y en la posición B3: el trasfondo reglamentario es que no puede haber dos equipos de la misma confederación en un grupo, y en el A ya estaba Brasil.

Fue entonces que Valcke debe haber maldecido internamente su broma de minutos antes: “El presidente de la FIFA dice que es un sorteo sencillo. Y tiene razón”.

No lo fue, porque el error de Atala llevó a cambiar de ubicación dos veces a Uruguay al descubrirse que el “verdadero” B3 era Tahití, posición ocupada antirreglamentariamente por los “charrúas”. De haber discurrido el sorteo por los canales correctos, el España-Tahití del Maracaná podría haber sido un España-Uruguay.

Lo que sucedía en el escenario confundió a todos los presentes. Valcke, visiblemente nervioso, se despidió de Atala sugiriéndole que preparase una caipirinha. “Estas cosas pasan en la vida”, añadió, sudoroso, el ‘número dos’ de la FIFA.

Walter de Gregorio, director de comunicación y relaciones públicas de la FIFA, haría control de daños posteriormente: “Hablamos con los entrenadores, todos están felices”.

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