Búsqueda personalizada

19 de marzo de 2010

VALENCIA DERROTA A BREMEN EN UN PARTIDAZO


El Valencia dio ayer una lección de grandeza, de fútbol, de raza y de amor propio. Lo hizo todo ante la máxima adversidad, superando una plaga de lesiones anormal, un rival de enjundia que no se rindió jamás y lanzando un mensaje claro a toda Europa: el Valencia, el de verdad, el gran Valencia, ha vuelto. El equipo de Unai se creció la noche que más oscuros presagios llevaba en la maleta, por lo que salió de Bremen reforzado, con el pecho hinchado porque todo lo que se consigue sufriendo sabe mucho mejor. Y ayer el valencianismo sufrió como nunca y eso que disfrutó de ventajas holgadas (0-2 y 1-3), pero chocó con el espíritu de hierro, granítico, de un rival encomiable, espléndido, que se subió al tiovivo del partido con todo, sin desmerecer a un gigantesco Valencia, honor para los alemanes en su eliminación.

Y si los grandes futbolistas lo son porque aparecen y sentencian en las grandes citas, David Villa se elevó hasta el Olimpo de los delanteros. Memorable hat trick del Guaje, pero injusto sería no meter en ese paquete a Silva y Mata. El canario regaló asistencias y Mata tres cuartos de lo mismo además de ver portería. Todos lucieron, pero el fulgor de estos tres jugones deslumbró a toda Alemania. Para completar el cuarteto de los músicos de Bremen estuvo César, que encajó cuatro, pero evitó una docena. Además, todos los mencionados aportaron una sobredosis de trabajo, de entrega y de entereza que no se recordaba. Uno agotaría el diccionario de sinónimos para describir su partido, pero también el resto de blanquinegros merecieron su parte del pastel. Miguel, Dealbert, Maduro, Joaquín, Baraja se arremangaron hasta más arriba de los codos para enfangarse en una pelea a muerte. Nadie se achantó, retroceder era morir y nadie dio un paso atrás.

Se esperaba un encuentro loco y desde el pitido inicial se vio que iba a ser así. Werder y Valencia fueron equipos bipolares, imperiales en ataque y desastrosos en defensa. Fue un duelo de los que uno sueña ver, con una treintena de llegadas claras y ocho goles que fueron pocos para el torrente ofensivo que se desencadenó. Los primeros 45 minutos fueron una locura, pero bendita locura para el Valencia que saldó ese intercambio de golpes con un 1-3 mágico que le metía en cuartos en cualquier duelo normal. El segundo acto completó un cuadro histórico, con una nueva avalancha del Werder, que hizo tres goles porque en su vocabulario no existe la palabra rendirse. El último de ellos, en el 83', disparó los corazones. Pero el Valencia aguantó y se metió en cuartos. El pitido final significó la vida y una llamada al optimismo general en la temporada, en la Europa League y en la vida. Sí, otro Valencia es posible. El Valencia de Bremen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario