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9 de abril de 2010

EL CLÁSICO ESPAÑOL PROMETE SER EL GRAN PARTIDO DE LA TEMPORADA

El estado de ánimo del madridismo ha sufrido una curiosa evolución esta semana. El lunes, tras asistir al 4-1 del Barça sobre el Athletic y a la pírrica victoria en El Sardinero, la moral se volvió sombría. La exhibición de Messi frente al Arsenal convirtió los peores augurios en un ataque de pánico. Sin un partido entre semana con el que entretener la espera, el madridismo se ha devanado los sesos sobre la forma y manera de parar a Messi, aderezado con el recuerdo imborrable del 2-6 que martillean sin parar los telediarios.

Tuvo que salir Cristiano Ronaldo a dar una rueda de prensa coherente y llena de realismo. Su sola presencia ante los medios recordó a la afición que Cristiano Ronaldo formaría en la alineación titular del Real Madrid y no en la del Barcelona. Pellegrini ha contribuido también al cuidado del medioambiente con dos o tres frases que desmontan la sensación de angustia: le da igual Messi y el Barcelona. Como en los viejos tiempos.

Entre tanto, Pep Guardiola hizo de la semana del Clásico un tiempo de recreo. Dio vacaciones, prohibió a sus chicos hablar del partido y el club se dedicó a nombrar a Cruyff presidente de honor. A Pep sólo le faltó fumarse un puro. Desactivó cualquier atisbo de ansiedad sin quitar los pies de la mesa. Tanto es así que un hecho como el de Ibrahimovic, que se ha quedado fuera de la lista, no ha provocado ni la más mínima impresión entre la hinchada. Si no juega Ibrahimovic ya lo hará otro.

A pocas horas del encuentro, la ventaja moral del Barça parece aún evidente. La autoestima del madridismo sólo subirá cuando den las diez de la noche y sientan y vean el estadio lleno y adviertan que en su equipo juega un tal Xabi Alonso o que los dos de arriba son Cristiano e Higuaín, la mejor pareja de artilleros de la Liga. Por cierto, la defensa azulgrana también tendrá que pararlos y su trabajo no será más sencillo que el de los blancos con Messi.

El partido, aunque por el clima semanal parezca lo contrario, todavía no se ha jugado. Cada cual lo ha vivido desde una atalaya distinta. El Barça, desde la tranquilidad que da el saberse en semifinales de Champions y contar con Messi dentro de un engranaje perfecto. El Madrid, con un ligero complejo de inferioridad que sólo se sacudirá cuando.

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