Sólo cuando a los italianos le pesaron las piernas, miraban al marcador y veían el 3-1 en el luminoso, el Barça dio muestras de algo en el Giuseppe Meazza.
Un Inter muy superior, infinitamente más cómodo sobre el terreno de juego, sabedores de su potencial físico, alumnos bien aplicados de su motivador Mourinho, dejaron con media estocada a los azulgrana (ayer de mango) que deberán como mínimo repetir el resultado logrado en la fase de grupos (2-0) si quieren disfrutar de la fiesta de Madrid. Se pueden buscar ridículas excusas en el largo viaje, sin duda, pero Mourinho demostró ser muy hábil en el movimiento de sus piezas para descolocar al campeón, que apenas pudo imponerse en un tramo largo del partido.
El Barça llegó al tramo final del partido arrinconando a los italianos, cierto, pero estos ya habían peleado y ganado cada centímetro del terreno de juego. Con un Motta excelente y un Cambiasso sensacional en el juego sordo, sus acertadas acciones daban protagonismo a los creadores locales, con Sneijder y Pandev poniendo la lógica, Milito rematándolo todo y Etoo, el añorado Samuel del Camp Nou, presionando desde el primer hasta el último minuto como si fuera el último partido de su vida.
Creyeron los culés pronto que habían hecho los deberes. Tras un arranque con más miedo que imaginación, Pedro fue el más listo y aprovechó con la derecha un buen servicio de Maxwell, que supo zafarse de Cambiasso y encontrar oro en un garrafal error de Maicon. Todo pintaba bien, divino y más de uno se abalanzó al teclado para conseguir un billete barato de avión o AVE para poder estar en Madrid el 22 del mes de mayo.
Pero fue un espejismo. Los interistas nunca perdieron la fe, sabían qué era lo que les tocaba hacer y siguieron fieles al plan inicial. Así, Motta y Cambiasso arruinaban a Xavi y Messi constantemente. El azote parecía imparable. ¿Y el árbitro Benquerença? A la suya, perjudicando a los dos equipos: obvió un penalti a Alves y concedió un gol en fuera de juego a Milito y le quitó un mano a mano al argentino con Valdés con 0-0 al errar su asistente en un fuera de juego.
Así se sentían los culés al no poder encajar las piezas. Un arreón de genio italiano con fallo de Alves en la basculación (dejó a Snejider solo) sirvió para que el holandés superara a Valdés, igualara la contienda y comenzara a dibujar una noche negra, que acabó de escribirse en el arranque de la segunda parte, cuando Maicon entró como una locomotora dentro del área culé y con la puntera derecha marcó y reventó el Meazza.
Sólo entonces, cuando las piernas de los italianos comenzaban a pesar (Pandev y Milito se fueron tocados y Maicon en camilla tras ser golpeado por Messi con el hombro) los catalanes parecieron tomar aire. Piqué se convirtió en delantero centro y tuvo las opciones más claras (¿cómo es posible que sí que pudieran conectar con el central y nunca con Ibra?), pero no hubo manera. Si no era la falta de puntería, fueron las manos y los reflejos de Julio César los que abortaron cualquier posibilidad. El Inter fue mejor, superior y tocará remontar en el Camp Nou. Mourinho ganó el primer duelo.
Puyol no estará para la vuelta. Guardiola deberá preparar el partido del próximo miércoles con la baja de Puyol, que ayer vio la tercera amarilla. Mourinho no podrá contar con Stankovic por el mismo motivo.
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